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martes, 19 de agosto de 2014

Elogio de la locura- Erasmo de Rotterdam



En el año 1509, los ingleses se sienten muy satisfechos porque un monarca ingenioso e ilustrado, Enrique VIII, es ascendido al trono. Todavía el joven Enrique no ha descubierto lo divertido que es andar cambiando de esposa y los ingleses desconocen lo azarosa que les resultará la pasión amorosa del rey, coleccionando y repudiando mujeres.
Uno de aquellos felices ingleses era lord Mountjoy, quien anima a Erasmo a que regrese a Inglaterra y decore así con su presencia la cultura inglesa. Naturalmente, otro feliz inglés, Warhan, se apresura indicarle a Erasmo la seguridad de un beneficio, que ya era sabido, lo compatible que era el ideal erásmico con la economía particular. Y aún otro inglés feliz, Que todavía tardará en ser decapitado por su rey, Tomás Moro, se ofrecerá como anfitrión para alojar a Erasmo en su mansión londinense de Bucklersbury.

Paralelismo de Bosco con Elogio a la locura

En julio de 1509, Erasmo abandonará Italia, olvidado un tanto de la afección renal que le había aquejado en Venecia, y se dirige a Inglaterra atravesando los Alpes a lomos de caballería. En la plenitud de sus años, Erasmo llega feliz a Inglaterra y, junto a su satisfacción del encuentro con la sabiduría italiana, porta la idea del Encomio de la moría (Que titulará en griego) o Elogio de la locura. Posiblemente algún paisaje, alguna figura, acerca de la ironía de Erasmo a la “Nave de los Locos”, de Hieronymus Bosch, el Bosco. El Bosco es, efectivamente, una excelente referencia para sintetizar un gusto por lo extraño o lo extravagante en la época, y que explica en parte, el éxito de las siete ediciones de la obra de Erasmo en los primeros meses de su aparición. Pero lo que interesa enunciar es el común cerebralismo, a veces de frialdad deshumanizada, que une tanto al Bosco con este Elogio a la locura.

Elogio a la locura, criticado en Italia

Queda apuntado rápidamente este cerebralismo porque Elogio a la locura fue escrito en muy breve tiempo, en casa de Moro. y esa rapidez de escritura induce a pensar en una espontaneidad reñida con el cerebralismo. Máxime, cuando el propio Erasmo, en el Praéfatio que endereza a Moro a guisa de prólogo, nos dice que pensó el Elogio por divertirse y sugerido, temáticamente, por la similitud del juego de palabras de Moro (Mori un personaje que recordaba), y a Moría (locura). Cuando el texto llega a Italia, no es bien recibido, Martin Dorp dirige a Erasmo una carta de desaprobación por considerar la obra impropia de un teólogo y un jurisconsulto amigo de papas, reyes y cardenales. Y le propone que remedie este Elogio escribiendo otro de la sabiduría.


 

 

De que trata la obra “Elogio a la locura”

La obra parece extraña y extravagante dentro de la obra total de Erasmo, es un texto plenamente erasmista ya desde los autores, como Demócrito y Luciano, que va citando Erasmo en su prefacio. Son autores y obras asimilados de atrás, por su ironía y su sátira, y que, como las abundantes citas que salpicarán el texto, pertenecen al mundo cerebral de Erasmo, a su inteligente meditación del uso de la ironía que, frecuentemente, busca la exteriorización del ingenio, como si quisiera demostrar que el ingenio no era, ni mucho menos, patrimonio de toscanos y españoles. En este orden, en la respuesta de Erasmo a Dorp, aquél tenía toda la razón cuando señalaba haber tratado en el Elogio el mismo tema que en los Coloquios, la Institutio Principes Chistiani o las publicaciones relativas al Nuevo Testamento.
En lo que en el Elogio podía ser extraño o extravagante podemos encontrar parte de la gran fortuna lectora que tuvo, a cuyo atractivo hay que sumar su brevedad respecto a otras obras de Erasmo. Bajo su ironía, contiene al constante Erasmo crítico, al amante del alarde de las citas, y del sistema descubierto en Luciano de Samosata.
Al entrar en el discurso de La locura, la prosa adquiere un cierto tono jocoso, que no impide ver en ella un tenue sectarismo religioso, acrecentado como sátira cuando se detiene en personajes y costumbres de la época. “Es conocido por todos, el hombre poco modesto y nada pío en censurar vidas ajenas” que señalo el Padre Sigüenza.
El Elogio a la locura del humanista holandés es una sátira ingeniosa de todas las profesiones, si bien se detiene particularmente en la crítica de los frailes mendicantes. Y este tema, tan generalmente considerado problemático, fue una de las causas de la ruptura con la Iglesia. Las ediciones se sucedieron en poco tiempo y por esta obra se cimenta en buena parte la fama posterior de Erasmo.

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